miércoles, 21 de agosto de 2024

Prólogo

 Estamos en una época en la que el exceso de información es inmanejable y padecemos de “obesidad mental” por tanto contenido sin “digerir”. Y dado que la historia la han escrito los vencedores de las guerras, solo conocemos una versión de los hechos y no se sabe si estos ocurrieron como los han descrito y pasa igual con la historia de Jesús.

Si su vida es un mito religioso o una historia de ficción, no importa tanto. Lo relevante es la naturaleza espiritual y la profundidad de su mensaje, independientemente de que llegue a través de un pasaje bíblico, del relato de un viajero en el tiempo o de la trascripción de un canalizador. La Providencia tiene todos los recursos a su disposición y no se limita a una sola forma de comunicarse con su creación.

Lo cuestionable es que hoy, con tanta información y con un supuesto mayor nivel de evolución, no hayamos entendido a plenitud el mensaje de Jesús y por lo mismo es prudente aceptar que sus discípulos tampoco lo hayan entendido y que sus interpretaciones erróneas los hayan conducido a la creación de una iglesia encabezada por Pedro.

Aquello que los apóstoles interpretaron se reflejó en sus escritos y, como seres humanos al fin de cuentas, quizá decidieron omitir todo lo que afectaba de forma negativa su imagen como discípulos y embajadores del reino. Es comprensible que hayan descrito los hechos a su entera conveniencia, anunciando lo que Jesús nunca dijo, pasando por alto mensajes significativos y omitiendo la información sobre la faceta humana de Él.

A través de los relatos de “Caballo de Troya” de J.J. Benítez se describe a Jesús como un ser jovial y alegre, alejado de la ortodoxia tradicional, atento a ofrecer sus profundas enseñanzas espirituales a quien las requiriese, fácil de echar de menos y digno de seguirle muy gustoso sus pasos.

A través de esa lectura resulta fácil imaginar y creer que Él era un revolucionario que arrastraba a las masas con sus palabras y su ejemplo, lo que multiplicó la envidia y el odio de las castas sacerdotales; y aceptar que Él estuvo presente en este mundo ante miles de ebrios, ninguno sediento por su verdad, ciegos de corazón, vacíos de amor, dormidos espiritualmente y proclives a ignorar su mensaje.

De esa misma lectura se desprende que Jesús tiene muy poco que ver con la descripción que le hicieron a través de la religión y la historia. Él nunca se involucró en la política ni en asuntos de economía ni en temas de carácter social. Lo suyo era más importante y trascendente. Él nació en esta Tierra para experimentar la vida de sus criaturas y para recordarles que son hijos de Dios y son inmortales, lo que terminó por otorgarle la soberanía de su universo.

En esos entretenidos y sorprendentes libros de ficción, fuente de inspiración del presente libro, encontrará mucha más información que la registrada en los evangelios. Se plantea que los evangelistas no comprendieron el mensaje de Jesús y lo escribieron de conformidad con sus creencias religiosas. La vida de Jesús habría sido más apasionante e intensa de lo que se haya escrito o supuesto.

A modo de introducción, Pedro era excesivamente crédulo y tomó por milagros lo que en realidad fueron sucesos naturales; Pablo de Tarso, que nunca conoció a Jesús, alteró muchas de las palabras del Maestro, según su visión personal, y Marcos hizo eco de los escritos de éste; Lucas contó lo que le dijeron porque tampoco conoció a Jesús; Juan (el Zebedeo) escribió solamente lo que convenía a él; y Mateo, el que más se aproximó a la comprensión de mensaje de Jesús, tampoco dijo toda la verdad.

Después, otros manipularon los evangelios según el interés de las instituciones religiosas, cambiando y suprimiendo los pasajes de los evangelistas, pero poco importa todo ese desastre desinformativo porque pareciera ser que Jesús no caminó sobre las aguas (no necesitaba llamar la atención con acrobacias de circo), nunca maldijo a nada ni a nadie (ni siquiera a la célebre higuera) y no fundó ninguna iglesia.

Las nueve Cartas de Cristo, la otra fuente de este libro, revela la verdad sobre la vida terrenal de Jesús mediante mensajes a través de un canalizador anónimo, dirigidos a rectificar las interpretaciones erróneas de sus enseñanzas cuando Él estuvo presente en Palestina hace 2.000 años.

Este libro es esencialmente una extracción selectiva de los mensajes de Jesús en ambas fuentes bibliográficas por lo que, para entender mejor el contexto y el trasfondo de estos mensajes, es aconsejable sumergirse en esos libros. Este, en particular, solo contiene un pequeño abrebocas al extenso caudal de información disponible en esas fuentes.

Este libro es un acercamiento a su vida, su tragedia terrenal y su grandeza espiritual, desde los planteamientos de las dos fuentes citadas y sin nexo ni comparación con lo escrito en evangelios. La historia de Jesús merece ser leída desde dos perspectivas distintas de la religiosa y corresponde al eventual lector decidir qué acoge en su corazón como su verdad. En cualquier caso, se trata solo de lo que un tercero ha contado y hay que tener muy presente que Dios tiene a su haber recursos y formas ilimitadas de acercarnos a Él.

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