Estamos en una época en la que el exceso de información es inmanejable y padecemos de “obesidad mental” por tanto contenido sin “digerir”. Y dado que la historia la han escrito los vencedores de las guerras, solo conocemos una versión de los hechos y no se sabe si estos ocurrieron como los han descrito y pasa igual con la historia de Jesús.
Si su vida es un mito religioso o
una historia de ficción, no importa tanto. Lo relevante es la naturaleza
espiritual y la profundidad de su mensaje, independientemente de que llegue a
través de un pasaje bíblico, del relato de un viajero en el tiempo o de la
trascripción de un canalizador. La Providencia tiene todos los recursos a su disposición
y no se limita a una sola forma de comunicarse con su creación.
Lo cuestionable es que hoy, con
tanta información y con un supuesto mayor nivel de evolución, no hayamos
entendido a plenitud el mensaje de Jesús y por lo mismo es prudente aceptar que
sus discípulos tampoco lo hayan entendido y que sus interpretaciones erróneas los
hayan conducido a la creación de una iglesia encabezada por Pedro.
Aquello que los apóstoles interpretaron
se reflejó en sus escritos y, como seres humanos al fin de cuentas, quizá
decidieron omitir todo lo que afectaba de forma negativa su imagen como discípulos
y embajadores del reino. Es comprensible que hayan descrito los hechos a su
entera conveniencia, anunciando lo que Jesús nunca dijo, pasando por alto mensajes
significativos y omitiendo la información sobre la faceta humana de Él.
A través de los relatos de
“Caballo de Troya” de J.J. Benítez se describe a Jesús como un ser jovial y
alegre, alejado de la ortodoxia tradicional, atento a ofrecer sus profundas
enseñanzas espirituales a quien las requiriese, fácil de echar de menos y digno
de seguirle muy gustoso sus pasos.
A través de esa lectura resulta
fácil imaginar y creer que Él era un revolucionario que arrastraba a las masas con
sus palabras y su ejemplo, lo que multiplicó la envidia y el odio de las castas
sacerdotales; y aceptar que Él estuvo presente en este mundo ante miles de ebrios,
ninguno sediento por su verdad, ciegos de corazón, vacíos de amor, dormidos espiritualmente
y proclives a ignorar su mensaje.
De esa misma lectura se desprende
que Jesús tiene muy poco que ver con la descripción que le hicieron a través de
la religión y la historia. Él nunca se involucró en la política ni en asuntos
de economía ni en temas de carácter social. Lo suyo era más importante y
trascendente. Él nació en esta Tierra para experimentar la vida de sus
criaturas y para recordarles que son hijos de Dios y son inmortales, lo que
terminó por otorgarle la soberanía de su universo.
En esos entretenidos y
sorprendentes libros de ficción, fuente de inspiración del presente libro, encontrará
mucha más información que la registrada en los evangelios. Se plantea que los
evangelistas no comprendieron el mensaje de Jesús y lo escribieron de
conformidad con sus creencias religiosas. La vida de Jesús habría sido más
apasionante e intensa de lo que se haya escrito o supuesto.
A modo de introducción, Pedro era
excesivamente crédulo y tomó por milagros lo que en realidad fueron sucesos
naturales; Pablo de Tarso, que nunca conoció a Jesús, alteró muchas de las
palabras del Maestro, según su visión personal, y Marcos hizo eco de los
escritos de éste; Lucas contó lo que le dijeron porque tampoco conoció a Jesús;
Juan (el Zebedeo) escribió solamente lo que convenía a él; y Mateo, el que más
se aproximó a la comprensión de mensaje de Jesús, tampoco dijo toda la verdad.
Después, otros manipularon los evangelios
según el interés de las instituciones religiosas, cambiando y suprimiendo los
pasajes de los evangelistas, pero poco importa todo ese desastre desinformativo
porque pareciera ser que Jesús no caminó sobre las aguas (no necesitaba llamar
la atención con acrobacias de circo), nunca maldijo a nada ni a nadie (ni
siquiera a la célebre higuera) y no fundó ninguna iglesia.
Las nueve Cartas de Cristo, la otra
fuente de este libro, revela la verdad sobre la vida terrenal de Jesús mediante
mensajes a través de un canalizador anónimo, dirigidos a rectificar las
interpretaciones erróneas de sus enseñanzas cuando Él estuvo presente en
Palestina hace 2.000 años.
Este libro es esencialmente una
extracción selectiva de los mensajes de Jesús en ambas fuentes bibliográficas
por lo que, para entender mejor el contexto y el trasfondo de estos mensajes, es
aconsejable sumergirse en esos libros. Este, en particular, solo contiene un pequeño
abrebocas al extenso caudal de información disponible en esas fuentes.